27 de noviembre: Aniversario del fusilamiento de los 8 estudiantes de medicina

Comparte si te a gustado:

A propósito de cumplirse el 148 aniversario del injusto fusilamiento de los 8 estudiantes de medicina en 1871, le brindamos el artículo “El poema de Martí a los Estudiantes de Medicina” publicado en el periódico Tribuna de la Habana, el 27 de noviembre de 2018.

Apenas un año después del triste suceso del fusilamiento a los ocho estudiantes de medicina en el año 1871, José Martí les dedicó un poema en homenaje a los jóvenes.
Apenas un año después del triste suceso del fusilamiento a los ocho estudiantes de medicina en el año 1871, José Martí les dedicó un poema en homenaje a los jóvenes. Foto: Facebook

José Martí en una proclama y en un poema elaborado en 1872 en ocasión del primer aniversario del fusilamiento de ocho estudiantes de medicina en Cuba por parte de las autoridades españolas, fustigó ese vandálico hecho y patentizó su homenaje a esos jóvenes que fueron incluso acusados y condenados por un delito que no cometieron.

Se les había juzgado por supuestamente haber profanado la tumba en el cementerio de La Habana del periodista español Gonzalo de Castañón.

Cuando el 27 de noviembre de 1871 los estudiantes fueron fusilados Martí se encontraba en Madrid, España. Desde la etapa inicial de ese año se había visto obligado a salir de su tierra natal al haber sido deportado hacia la península ibérica tras haber padecido en Cuba durante varios meses el presidio político y la realización de trabajo forzado.

El turbio proceso judicial realizado contra los estudiantes de medicina y la decisión de condenarlos a la pena de muerte estremeció a muchas personas en Cuba y también impactó en forma notable a José Martí, quién ya había apreciado en carne propia las atrocidades que cometían las autoridades españolas en el territorio cubano.

Y precisamente al conmemorarse el primer aniversario de dicho crimen creó un poema que tituló “A mis hermanos muertos el 27 de noviembre”, en cuya parte inicial, al referirse a los jóvenes fusilados, expresó:

Cadáveres amados los que un día
Ensueños fuisteis de la patria mía,
Arrojad, arrojad sobre mi frente
Polvo de vuestros huesos carcomidos!

¡Tocad mi corazón con vuestras manos!
¡Gemid a mis oídos!
¡Cada uno ha de ser de mis gemidos
Lágrimas de uno más de los tiranos!

Sin hallarse formalmente dividido por números, el poema está estructurado de hecho en 18 partes irregulares ya que unas tienen más versos que otras. El poema es bastante extenso porque cuenta en total con más de 200 versos o líneas. En otra parte de esta obra él resaltó:

“Y luché con mis lágrimas, que hervían
En mi pecho agitado, y batallaban
Con estrépito fiero,
Pugnando todas por salir primero;
Y así la tierra estremecida
Se siente en sus entrañas removida,

En este poema Martí enjuicia a los verdugos y recuerda como los jóvenes fusilados se habían convertido en fuente de motivación, en verdaderos símbolos, al expresar:

¡Ellos son! ¡Ellos son! Ellos me dicen
que mi furor colérico suspenda,
y me enseñan sus pechos traspasados,
y sus heridas con amor bendicen,
y sus cuerpos estrechan abrazados…
José Martí también hace una reflexión sobre la muerte digna, la muerte que no representa el fin de la existencia al convertirse en enseñanza permanente. Al respecto enfatiza en este poema:
¡Y más que un mundo, más! Cuando se muere
en brazos de la patria agradecida ,
la muerte acaba, la prisión se rompe;
¡Empieza, al fin, con el morir, la vida!
Y agregó seguidamente:
¡Oh, más que un mundo, más! Cuando la gloria
a esta estrecha mansión nos arrebata,
el espíritu crece,
el cielo se abre, el mundo se dilata
y en medio de los mundos se amanece

También de manera esencial Martí destacó la gran labor realizada por su gran amigo y hermano Fermín Valdés Domínguez, quien llegó a demostrar la inocencia de sus compañeros de estudio.

El 28 de noviembre de 1886 desembarcó en La Habana el joven Fernando Castañón, hijo menor del periodista Gonzalo Castañón quién llegaba a Cuba con el objetivo de exhumar los restos de su padre con el fin de trasladarlos a España.

Enterado de eso Fermín y para continuar su ferviente labor de reivindicar a sus hermanos, se personó en el cementerio habanero en el amanecer del 14 de enero de 1887 y le pidió al hijo de Castañón que le diera un testimonio escrito de que no se observaban señales de violencia ni en el cristal, ni en la lápida que cubría el nicho.

El peninsular accedió y después Valdés Domínguez publicó en el periódico La Lucha del 26 de enero de 1887 el citado testimonio lo cual resultó ser la prueba documental más contundente de que los estudiantes de medicina fusilados eran inocentes.

Y al valorar el significado de lo realizado por Fermín Valdés Domínguez aseguró: “¡Ah! Ese hombre no ha vindicado solamente a los estudiantes de medicina, ese hombre ha vindicado a la sociedad de Cuba.”

Fuente: Periódico Tribuna de la Habana

Ir al contenido