Martí y la medicina que cura el alma

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Martí mantuvo estrecha amistad con médicos a lo largo de su vida; la más importante de ellas con Fermín Valdés Domínguez (a la izquieda en la foto); al centro, Panchito, hijo de Máximo Gómez.
Martí mantuvo estrecha amistad con médicos a lo largo de su vida; la más importante de ellas con Fermín Valdés Domínguez (a la izquieda en la foto); al centro, Panchito, hijo de Máximo Gómez. Foto: Archivo Granma

«La medicina pasa al médico, que ya por serlo cura, y con su sonrisa suele abatir la fiebre». José Martí

José Martí fue un periodista que se interesó por una amplia variedad de temas, y con esa misma diversidad escribió.

Dentro de esa amalgama, se incluye la medicina preventiva como una vía eficaz para evitar las enfermedades y, por ende, garantizar la estabilidad de la salud en los seres humanos.

En relación con ello expresó que más que recomponer los miembros deshechos del que cae rebotando por un despeñadero, vale indicar el modo de apartarse de él.

Martí realizó diversas valoraciones acerca del desarrollo de las Ciencias Médicas en el siglo XIX, emitió criterios sobre el ejercicio de la ética en esa disciplina, mostró gran interés por el conocimiento y aplicación de los recursos que aportaban las plantas medicinales, mencionó diferentes enfermedades vinculadas a los métodos terapéuticos.

Entre los padecimientos y las curas a las que hizo referencia se hallan:

Vómito negro o fiebre amarilla: «Tonatiyacapan es el nombre de un medicamento mexicano con que un indio compasivo salvó a Esmeralda del vómito negro…». Se refería a una planta sagrada de la cultura aborigen. En su época se popularizó en Argentina (Buenos Aires) y Uruguay. El Tonatiyacapan recibió el reconocimiento de los consejos higiénicos de varios países de  América.

Afección pulmonar crónica: Planteó que «la ciencia ha analizado los elementos de que se compone la leche de burra y que la halla eficacísima contra las afecciones pulmonares. Según criterios de algunos especialistas, está reconocida por su alto valor nutricional y sus propiedades digestivas. Se inscribe así en la relación de alimentos que pueden mejorar el estado de cualquier paciente».

Insomnio: Martí lo refirió como una muestra de alteración del equilibrio emocional del individuo, destacó la existencia de varias medicinas contra la falta de sueño, y que además resulta peligroso automedicarse sin acudir a un especialista ni tener un diagnóstico acerca de las causas que lo generan. Propuso tratamientos específicos: «Si viene de pesares, conviene el uso de la morfina, narceína y codeína… En los insomnios puramente nerviosos, no hay otra cosa como el cloroformo en cortas cantidades. En todos los casos es aplicable el hidrato de cloral, menos en los de dispepsia y males del corazón… El insomnio de los ancianos y personas débiles debe ser tratado con vinos amargos y cosas semejantes…».

Asma: Para esta enfermedad recomienda «el té de yagruma».

Afección bronquial: «Agua de hojas de guanábana, es pectoral bueno y cocimiento grato», escribe.

Cáncer de piel: Hizo referencia a una planta medicinal originaria de Brasil, conocida como alveolos «que de hace algún tiempo se viene aplicando en aquellas tierras con éxito contra el cáncer». Las propiedades terapéuticas de la planta fueron corroboradas por un médico local, Alcibíades Belloso. Según reseñó Martí, «el alveolos es una planta clasificada en la familia Euphorbiacea, crece abundantemente en Pernambuco, y su aplicación debe realizarse en forma de jugo sobre la piel afectada, pues su uso es de forma natural y directa, es externo». Habló sobre algunos ejemplos de curaciones de cáncer de piel con esta planta: «Un magistrado había sanado de un epitelioma de la cara, con sólo aplicarle el jugo de alveolos y Belloso, que lo quiso averiguar, por sí vio con sorpresa que los pacientes a quienes sometió como prueba al remedio, uno que tenía cancroide en la nariz curó en 40 días y otro con un epitelioma en el labio, en dos meses». Describió también la forma en que el alveolos actúa y sus posibles contraindicaciones: «Es irritante y produce una exacerbación en la piel. Parece que el alveolos destruye el tejido mórbido, que es reemplazado enseguida por granulaciones sanas».

Fuente: Granma

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