Guantánamo contra la COVID-19

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Es un gran logro…, pero el director provincial de Salud Pública, Roilder Romero Frómeta prefiere no cantar victoria, a 161 días de no reportar casos positivos de COVID-19 dentro de nuestras fronteras, justo en medio del rebrote de contagios en otros territorios del país.

Dr. Roilder Romero Frómeta / Director Provincial de Salud

Hasta ahora confirma, Guantánamo se mantiene con la discreta cifra de 37 casos, de los cuales 20 son importados –sin incidencias dentro del panorama epidemiológico local-, provenientes de México, cuatro, y Venezuela, 16.

¿Cuál ha sido la fórmula?

La disciplina y la responsabilidad de los organismos, de los dirigentes, de las entidades, y el pueblo…

Ahora mismo, uno podría rebatir esa disciplina popular con unas cuantas imágenes…

No digo que no sea necesario incrementar la percepción del riesgo; pero cuando había transmisión, la gente se cuidó, denunció lo que consideró peligroso, se aisló en sus viviendas. Es mi percepción.

Hay también todo un sistema de trabajo detrás…

En un primer momento, establecimos un riguroso control sanitario internacional con los viajeros de otros países –antes de que se cerraran fronteras y se organizaran centros de aislamiento para estas personas.

El primer caso en la provincia, no tuvo más consecuencias por el actuar oportuno y conjunto de Salud, el Ministerio del Interior, las organizaciones barriales, nuestros médicos de la familia…

En segundo lugar, está la vigilancia epidemiológica. Cuando se declaró la transmisión autóctona del SARS-COV-2 en el país, hacíamos pesquisa activa –en busca de síntomas y elementos epidemiológicos- al ciento por ciento de las casas.

Luego, se estratificó la población a pesquisar en grupos de mayor riesgo, dígase enfermedades crónicas no transmisibles y crónicas con discapacidades, padecimientos pulmonares obstructivas, asma, embarazadas… Actualmente, llegamos al 33 por ciento de la población.

Nuestra prioridad, ahora mismo, son los viajeros nacionales que llegan desde otras provincias del país donde hay transmisión.

¿Qué es lo estipulado en esos casos? ¿Le consta que se cumple?

Para entrar a la provincia, deben tener su prueba de PCR en tiempo real negativa al nuevo coronavirus y no presentar síntomas, y al llegar, deben quedarse en sus casas durante 10 días. En ese tiempo, son seguidos por el médico y la enfermera de la familia, visitados por nuestros inspectores…

Es un asunto que evaluamos. Tenemos además un grupo de supervisión y control que revisa estos procedimientos, y la percepción, es que las medidas se cumplen. De hecho, no hemos procesado a nadie por incumplirlas.

Independientemente de que alguien pueda decirle que se violaron esas medidas, no es la regla.

¿Otras fortalezas “conspiran” para mantener a la enfermedad a raya?

La organización de los servicios médicos es vital. Creamos, en los 22 policlínicos de la provincia, áreas específicas para las infecciones respiratorias, así como en los cuatro hospitales y en las instituciones sociales, hogares maternos, centros psicopedagógicos, de ancianos…

En los últimos, establecimos espacios para aislamiento y vigilancia –PCR incluido- a los casos respiratorios, incluso si no tienen elementos epidemiológicos.

En los hospitales General y Pediátrico de Guantánamo, además, acondicionamos salas para pacientes sospechosos.

La capacitación es otra clave. Creamos, muy temprano, un grupo técnico asesor con cuadros y expertos que se prepararon en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, el cual, además de socializar lo aprendido con nuestro personal y otras entidades, suministra información al grupo técnico de trabajo, que presido, y donde se trazan las políticas territoriales.

Este proceso de actualización no se detiene, cada día sabemos más sobre el virus y cómo tratarlo. Al inicio de la pandemia, por ejemplo, el aislamiento era por 14 días, y hoy se sabe que con 10 es suficiente.

¿Cómo un médico diferencia a un caso sospechoso de COVID-19 de una persona con un resfriado común, por ejemplo?

El paciente puede tener o no síntomas de la enfermedad –en Cuba, los asintomáticos rondan el 60 por ciento-, de modo que el principal peso lo tiene el elemento epidemiológico, si vienes de un área donde hay transmisión, si eres contacto de un sospechoso, o contacto de ese contacto.

También, como le dije, somos minuciosos con los grupos de riesgo, los ancianos, los ingresados en instituciones de salud.

Aprovecho para decirle que, gracias al nasobuco, las infecciones respiratorias agudas se han mantenido bajo control, pues según el comportamiento de otros años, ahora mismo deberíamos tener un alza de influenza, virus sincitial respiratorio, causante de infecciones en esas vías…

En esto, ha tenido un peso la comunicación, los programas de televisión, radio, los espacios en el periódico.

El reinicio de las clases parecía un punto crítico y muchos temieron un rebrote, pero ya han pasado varias semanas y no aparecen casos…

Educación se preparó, y el primero de septiembre el ciento por ciento de las escuelas estaban certificadas por la dirección de Salud escolar del Centro provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología. Es un proceso que se realiza cada año, aunque esta vez tuvo mayores rigores.

Es una constancia de que esos centros cumplen los requisitos higiénicos, sanitarios y de otro tipo para ser seguros, desde las disposiciones que permiten el distanciamiento social, los pasos podálicos y las medidas de desinfección de las manos, hasta la conservación de los alimentos, la eliminación de barreras…

Sigue siendo, empero, un logro muy frágil. ¿Cuáles son los mayores riesgos epidemiológicos que lo (nos) amenazan?

El incremento de los viajeros nacionales, porque se cerró el transporte interprovincial, pero seguimos recibiendo personas, por varios motivos, incluidos guantanameros que se movieron por cuestiones de salud, familiares…

La economía también nos impone un flujo de camiones que entran con insumos, y es inevitable.

Nosotros seguimos en vigilancia y tomando muestras para PCR, aunque mucho menos que en otras etapas, alrededor de 15 o 30 por día.

¿Retos fundamentales?

Sostener esto. Que no entre la enfermedad en la provincia, por el daño humano, porque altera el flujo normal de la economía, de las entidades, de la vida. Un brote, así sea pequeño, pone en tensión a las personas y las instituciones.

Cada evento de transmisión sale caro. Material y humanamente. Ahí están nuestros compañeros que atienden sospechosos y luego pasan dos semanas recluidos ellos mismos, como medida de seguridad, para incorporarse de nuevo a la asistencia.

Debemos mantener el rigor de nuestras medidas. Multar a los indisciplinados, seguir las inspecciones que, por cierto, señalan al mal uso del nasobuco como la violación más extendida, seguido por medidas de desinfección inadecuadas en las instituciones.

En otros momentos, el pueblo ha respondido y, ante una situación de peligro inminente, creo que actuará en consecuencia.

Fuente: Venceremos

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