Cuando en mayo de 1974, en la Asamblea Mundial de la Salud, se establecía el Programa Ampliado Global de Inmunización y se recomendaba su adopción por parte de los países, con el estrecho acompañamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una pequeña Isla del Caribe, más de diez años antes, ya defendía la mejor de las premisas en las ciencias médicas: la prevención.
El año 1962 y la campaña de inmunización contra la poliomielitis
marcaron el inicio de un largo camino hacia la transformación decisiva
del cuadro de morbilidad y mortalidad del país, reduciendo el número de
enfermos y fallecidos por padecimientos absolutamente prevenibles, para
mejorar los indicadores de salud de la población cubana.
Nacía
así, junto a la batalla campal contra una enfermedad ancestral como la
poliomielitis, que tanta muerte y sufrimiento causó a familias enteras,
el Programa Nacional de Inmunización (PNI).
Una apuesta temprana a
la medicina preventiva, y cuya concepción totalmente gratuita, de
acceso universal, integrada en el primer nivel de atención, y con activa
participación comunitaria, permitió a la Mayor de las Antillas alcanzar
hoy coberturas superiores al 98 % de vacunación en todo el territorio
nacional, con un elevado nivel inmunitario de la población.
Así
explicó a Granma Lena López Ambrón, jefa del Programa de Inmunización
del Ministerio de Salud Pública, quien comenta además que, con
anterioridad a 1959, la única vacuna que se aplicaba en Cuba con cierta
regularidad era la vacuna contra las formas graves de la tuberculosis, y
la cobertura a nivel nacional no superaba el 5 %.
En ese
entonces, recogen las estadísticas, las tasas de incidencia y de
mortalidad por enfermedades prevenibles por vacunas eran elevadas. Luego
del triunfo de la Revolución de enero de 1959, esa realidad cambió y la
salud y la educación se convirtieron en prioridades. La vacunación,
liderada por el pni, pasó a ser piedra angular del sistema salubrista
del país.
INMUNIZACIÓN EN CUBA
Justamente,
la primera campaña de vacunación contra la poliomielitis tuvo el
objetivo de controlar la incidencia de la enfermedad e inmunizar con dos
dosis de vacunas a más de 2,6 millones de niños menores de 15 años, que
representaban el 35 % de la población total del país. El impacto
alcanzado fue excepcional, ya que se logró la eliminación de la
enfermedad apenas cuatro meses después de iniciada la vacunación,
refirió la especialista.
La erradicación de esta enfermedad en
Cuba desde la primera campaña de inmunización «es el resultado más
relevante de la salud pública revolucionaria cubana en el campo de la
prevención. Junto a la eliminación de la viruela y la fiebre amarilla
más de medio siglo antes, fue un resultado de alto valor humanístico,
sanitario, político, económico y social. Desapareció el drama humano de
muerte e invalidez de centenares de casos cada año, a un costo bajo, con
notable repercusión social», se afirma en el libro Vacunas. Cuba
1959-2008, de la Editorial Ciencias Médicas, una excelente recopilación
de documentos de diferentes épocas y autores, a cargo del profesor
Francisco Rojas Ochoa, que recorre de manera exhaustiva cinco décadas de
vacunación en el país.
Ello –sostuvo López Ambrón– significó un
parteaguas, un antes y un después en la salud pública cubana e impulsó
el proceso de eliminación de la enfermedad en la región de las Américas.
En
septiembre de 1962 se dio inicio, además, a la campaña con la vacuna
triple dtp (difteria, pertusis y tétano). Para 1979 ya había sido
eliminada la difteria y en 1994 la tos ferina. El tétanos tiene tasas
inferiores a 0,1 por 100 000 habitantes y el tétanos neonatal se eliminó
desde el año 1972, apenas una década después de comenzarse la
vacunación.
«Otra de las enfermedades eliminadas en Cuba es el sarampión, cuyo último caso se registró en julio de 1993.
Asimismo,
la Mayor de las Antillas fue el primer país en eliminar la rubéola y el
síndrome de rubéola congénita (SRC), con una estrategia conjunta, que
se centró en las mujeres adultas y en los niños que recibieron una
vacuna del virus de la rubéola. El último caso de src se notificó en
1989 y desde 1995 no se reportan casos de rubéola», apuntó la
entrevistada.
Como un elemento significativo destacó que el uso
de la vacuna prs (parotiditis, rubéola, sarampión) llevó a la
desaparición de la meningoencefalitis posparotiditis desde 1989. Esta es
una de las complicaciones más graves de la parotiditis infecciosa.
Actualmente,
enfatizó López Ambrón, este programa administra 12 vacunas, con un
promedio de 4 millones 800 000 dosis anuales de inmunógenos simples o
combinados, protege contra 13 enfermedades y todos los años sobrepasa el
98 % de cobertura en toda la nación.
Entre estas vacunas destacó
la pentavalente, de la cual sus cinco componentes se producen en el
país. Desde el 2004 –con la excepción de la vacuna triple viral (prs),
la bcg (contra las formas graves de tuberculosis) y la
antipoliomielítica oral y la inyectable, que se importan– un total de
ocho vacunas se fabrican en Cuba, lo que constituye un resultado del
desarrollo científico y técnico alcanzado en la Isla.
A juicio de
la experta, es importante recordar que las vacunas son seguras y no se
limitan solamente a la población infantil, sino que se administran
también a grupos de riesgo para prevenirlos de la influenza estacional,
la leptospirosis, la fiebre tifoidea, la hepatitis b, el tétanos y la
fiebre amarilla.
La organización y funcionamiento del Programa
Nacional de Inmunización, mediante la vacunación sistemática y sostenida
en el tiempo, ha tenido un impacto decisivo en los indicadores de salud
de la población cubana, evidenciado en la eliminación de seis
enfermedades inmunoprevenibles: poliomielitis (1962), difteria (1979),
sarampión (1993), rubéola (1995), parotiditis (1995) y tosferina (1997),
y de cuatro complicaciones o formas graves: la meningitis tuberculosa
(1962), el tétanos neonatal (1972), la meningitis postparotiditis (1989)
y síndrome de rubéola congénita (1989).
Asimismo, se mantienen
controladas con tasas inferiores al 0,1 por 10 000 habitantes, por lo
que no constituyen un problema de salud: la meningitis por haemofilus
influenzae tipo b, la hepatitis b, la meningitis meningocócica y el
tétanos, entre otras enfermedades