Palabra formada mediante la conjunción del término griego meta (más allá de o después de) y del latín cognitio (conocimiento). Según López y Arciniegas, autoras del texto Metacognición, lectura y construcción de conocimiento (2004), «si lo cognitivo es lo que tiene que ver con el conocimiento, lo metacognitivo es lo que tiene que ver con el tener conciencia de ese conocimiento y de cómo se logra este; en otras palabras, saber lo que sabemos y no sabemos, así como también lo que conocemos sobre nuestro propio sistema cognitivo: capacidades y limitaciones y, por lo tanto, lo que tenemos que hacer para llegar a saber».
La metacognición implica la posibilidad de atender nuestras prácticas de aprendizaje, monitorear la manera en la que van siendo desarrolladas, detectar dificultades (errores, desviaciones, lentitud en la comprensión, etc.) e incluso, partiendo de esta base, introducir correcciones, extraer nuevos datos e informaciones referentes al proceso e integrar todo al conocimiento global que se posee. Tales características hacen de la metacognición un momento fundamental en el aprendizaje escolar (muy especialmente, de la lectura), lo mismo que para los procesos de innovación y, en general, cualquier esfera de la vida, sin que importen «nuestros deseos de permitirla o ignorarla», como señalan Metallidou y Moraitou en el prefacio de su compilación Trends and prospects in metacognition research across the life span (2021). Seguir Leyendo.
Fuente: Tomado de Diario Digital Granma.
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