Playitas de Cajobabo: “Salto, dicha grande”

Es el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, el orador, el editor de un periódico, el hombre que une voluntades como piedra angular para el proyecto de la Revolución.

Desde hace años tiene en Tampa y Cayo Hueso sus tribunas más acaloradas, aunque va de ciudad en ciudad para recaudar hasta el último centavo para una guerra que sabe necesaria. Por fin, el 11 de abril de 1895 pone sus pies en la Isla que lo vio nacer.

Será la muerte más trágica de la guerra, el final de un ciclo que el Apóstol anunció antes de tomar aquel bote hasta Playitas de Cajobabo: “Yo alzaré el mundo. Pero mi único deseo sería pegarme allí, al último tronco, al último peleador: morir callado. Para mí, ya es hora”.

 

Fuente:Playitas de Cajobabo