Maternidad a destiempo: un futuro incierto

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Ana, una adolescente de 14 años con una vida sexual activa, se dio cuenta de que había dejado de menstruar. Después de tres meses sin síntomas evidentes, el miedo la llevó a descubrir que estaba embarazada. Sin poder enfrentar la realidad, decidió guardar el secreto, temerosa de la reacción de su familia, especialmente de su estricta madre.

El padre del bebé, Javier, de 19 años, no aceptó el embarazo como suyo. La familia de ambos nunca aprobó su relación y prohibió cualquier contacto entre ellos. A pesar de las dificultades y las complicaciones que surgieron, Ana logró dar a luz a una niña sana y fuerte.

Al otro extremo de la ciudad, la noticia de una gestación inesperada dejaba a Yisel y a su novio -ambos de 16 años- sumidos en una mezcla de miedo y confusión. Después de conversar, tomaron la difícil decisión de interrumpir el embarazo mediante pastillas abortivas, convencidos de que era lo mejor.

“La situación se complicó aún más cuando tuve que enfrentar la reacción de mi mamá -comenta la joven-. Hasta ese momento, nunca me había hablado abiertamente sobre las responsabilidades que conlleva una vida sexual activa. ¿Por qué no me lo dijiste antes? Podríamos haber hablado sobre esto, me reclamaba”. La falta de comunicación entre ambas había creado un vacío que ahora parecía insalvable.

Sin embargo, lo que inicialmente parecía ser una solución rápida se transformó en una serie de complicaciones. Tras el aborto, comenzó a sufrir problemas de salud; con el tiempo, le diagnosticaron endometriosis y cicatrices en el útero que podrían dificultar futuros embarazos.

“Sufría un dolor físico intenso, además de constantes malestares. Ahora, vivo con el temor de no poder ser madre en el futuro. Si tan solo alguien me hubiese advertido sobre los riegos de las relaciones sexuales desprotegidas, hubiese sabido a qué enfrentarme”, cuenta Yisel.

Retos y resiliencia

Bárbara Reynosa Agüero, especialista de Primer grado en Pediatría y jefa de la sección Materno-Infantil en la Dirección General de Salud del municipio de Guantánamo, explicó a Venceremos que el embarazo en la adolescencia está comprendido desde los 10 a los 19 años, edades que -según la Organización Mundial de la Salud– abarcan dicho período de vida.

Este es un fenómeno complejo, con raíces profundas en diversos factores sociales. El desconocimiento o la falta de acceso a la educación sexual, aunado a la limitada disponibilidad de métodos anticonceptivos y la normalización de relaciones sexuales en años tempranos contribuyen a la incidencia de embarazos no deseados en este grupo etario.

“Una gestación durante esta etapa puede ocasionar muchas complicaciones de salud, las cuales se transfieren a la etapa adulta. La adolescente todavía no ha alcanzado la madurez orgánica necesaria para asumirla sin contratiempos. Las consecuencias son devastadoras, desde la infertilidad hasta la pérdida de la vida de la paciente.

“Por estas razones, son necesarios los métodos anticonceptivos, para minimizar riesgos. Es un derecho de cada joven, con previa información, seleccionar cuál es el idóneo, el más eficiente y el que menos riesgos puede traer”, explica la especialista.

Refiere que, aunque muchos dicen aplicar desde el coito interrupto -cuando se logra una eyaculación fuera de la vagina- y evitar el contacto sexual durante la etapa ovulatoria de la mujer, los medios más eficaces para evitar el embarazo son los anticonceptivos hormonales, el condón y los dispositivos intrauterinos.

Según Reynosa Agüero, Guantánamo sigue siendo uno de los territorios con más incidencia de embarazos en adolescentes. Además, comenta que hay una tendencia en las jóvenes a utilizar el método de terminación voluntaria del embarazo como un método anticonceptivo.

“Las regulaciones menstruales, los legrados y demás procedimientos solo deben utilizarse cuando se desee interrumpir el embarazo, no para prevenirlo. De darse esta situación, lo recomendable es acercarse al médico de familia, en el consultorio, para recibir las orientaciones correspondientes, siempre en compañía de un tutor.

La maternidad temprana se asocia, de igual forma, con la deserción escolar, debido a los múltiples desafíos que dificultan la permanencia de los padres en el sistema educativo. El cuidado del infante, la demanda de tiempo y recursos, la falta de apoyo familiar o institucional contribuyen a la interrupción de sus estudios y a la reducción de sus oportunidades futuras.

Niubis Serrano Cabrera, subdirectora de Educación en el municipio cabecera provincial, expresa que en la actualidad existen nueve gestantes -de 14 a 17 años de edad- en las enseñanzas Secundaria Básica, Preuniversitaria y Enseñanza Técnica y Profesional. “En igual etapa del curso pasado solo teníamos tres casos, lo que demuestra un aumento en este sentido”.

Garantizar la continuidad de los estudios para las madres adolescentes trasciende la mera consecución de un título académico; representa una inversión crucial en su futuro y en el de sus hijos. En este sentido, Serrano Cabrera explica las estrategias que, desde Educación, se llevan a cabo:

“Si la situación de la adolescente le permite recibir la atención desde la escuela, la garantizamos. Si no, trabajamos en función de darle las indicaciones a distancia. En ocasiones, hay casos que están ingresados en el Hogar Materno. Desde allí, se hace la coordinación con la dirección de Salud y se le da atención tres veces a la semana para posibilitar la continuidad de estudio.

“Hoy tenemos un índice alto de inicio de relaciones sexuales en edades muy tempranas. Además, está el pobre conocimiento de la salud sexual y reproductiva. En las instituciones educativas estamos tratando de ampliar la información sobre este tema, para fortalecer la prevención, en la que es vital que la familia también adquiera el protagonismo como base.

“Propiciamos el intercambio con los adolescentes desde los diferentes centros educacionales; actuamos de conjunto con los trabajadores de Salud y desarrollamos, además, actividades complementarias como círculos de interés, que propicien que el estudiante pueda hablar de sexualidad abiertamente”, reflexiona Serrano Cabrera.

La prevención del embarazo adolescente debe ser abordada desde una perspectiva integral, priorizando la educación sexual integral como una herramienta fundamental para empoderar a los jóvenes con el conocimiento y las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas y responsables, sobre su salud sexual y reproductiva.

La falta de acceso a anticonceptivos de diversa índole, por el desabastecimiento, constituye una barrera significativa que debe ser superada. En este sentido, es crucial explorar y fortalecer vías alternativas de alfabetización sexual, adaptadas a las realidades y necesidades de la comunidad.

Es fundamental reconocer que la solución a este problema no recae únicamente en los jóvenes, sino que exige un compromiso colectivo de toda la sociedad. Las familias, las escuelas, el gobierno y las organizaciones deben trabajar de conjunto para crear un entorno que promueva la igualdad de género, el respeto por los derechos sexuales y reproductivos, y el acceso a oportunidades educativas y laborales para todos los jóvenes.

El accionar contra el embarazo adolescente requiere un enfoque multifacético y sostenido que abarque la educación, la salud, el bienestar social y la equidad de género. Solo a través de un esfuerzo conjunto y una inversión continua en el futuro de los jóvenes se puede construir una sociedad más justa, saludable y próspera para todos.

Tomado de: Venceremos

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