“Alma, corazón y vida”, como la canción, es el lema que caracteriza y define a Pedro Pablo Gómez Matos, quien ha dedicado sus días a ayudar a que muchas personas recuperen la movilidad y la salud en general.
Se graduó de Técnico Medio en Fisioterapia, en el Tecnológico de La Habana Carlos J. Finlay, en 1978. Luego hizo la licenciatura y se especializó también en Cultura Física, Medicina física y rehabilitación y, a sus 62 años de edad y 45 de experiencia laboral, continúa amando la carrera como el primer día.
Los inicios nunca son fáciles
“Cuando terminé la formación y regresé a Guantánamo había una sola Sala de rehabilitación. Pero en 1979, cuando se crearon los policlínicos, me asignaron al Omar Ranedo Pubillones (Centro), donde atendí a pacientes de la ciudad capital y de Niceto Pérez, Yateras e Imías. Cuando yo llegaba, a las 6:00 de la mañana ya la sala estaba repleta”, recuerda.
“Luego, me trasladaron al Hospital General Docente Agostinho Neto, donde tuve el privilegio de integrar la nómina de los fundadores y, por supuesto, de la Sala de rehabilitación, la cual empezó a funcionar desde 1985”, refiere.
Brindando “lo poco” que sabe
Además de su trabajo como rehabilitador, es un participante activo en proyectos de investigación y conferencias que le permitan mantenerse actualizado sobre los avances en ese campo.
Compartir esos saberes con sus alumnos y colegas como profesor de la especialidad de Fisioterapia, es otra de sus pasiones. “Hay más de un fisioterapeuta que me califica como músico, poeta y loco”, asegura.
Pero lo cierto es que muchos estudiantes han pasado ya por esas manos que no dejan de hacer. Ese espíritu que no viene en los libros, también es parte de su “librito”: “Enseño la técnica, pero también trato de sembrar la semilla del amor a la profesión, el valor de la dedicación y la entrega”, puntualiza.
Con dificultades, pero seguimos adelante
“Para nadie es secreto -me dice- que las condiciones de trabajo no son las más favorables, pero aun así no me detengo, busco alternativas y lo hago con dedicación, pasión y optimismo.
“Siempre digo que la Medicina no es únicamente tratar al paciente con equipos y fármacos, es trabajar con y desde el alma”, señala.
Su objetivo, afirma, “es y será siempre cambiar vidas a través de la rehabilitación, brindar esperanza y oportunidades de transformación. Me siento orgulloso de ser testigo y protagonista, en parte, de tantas historias de éxito y recuperación.
“Porque implican que una persona que pensó no poder volver a caminar lo haga, y que otra que vivía con dolor ya se sienta mejor, y tiene esperanza para seguir trabajando, gente plena”, apunta. Su frase favorita es escuchar “me siento mucho mejor”.
La semilla debe germinar
Pedro Pablo piensa siempre en las nuevas generaciones. “Les digo a esos que están estudiando ahora que dejen germinar la semilla y amen su trabajo, porque su labor cura el cuerpo, también el alma”.
Les insisto en que el apoyo emocional a los pacientes es fundamental, la confianza en que pueden mejorar, y transmitirles que no están solos en ese momento de la vida en que por enfermedad o accidente se enfrentan a la recuperación.
“Si me preguntan cuál es el secreto de la rehabilitación, les aseguro que es motivar a los enfermos para lograr juntos ese cambio, esa mejoría que es lo más gratificante y lo que verdaderamente da sentido a nuestro trabajo.
“Que se agencien, siempre, la manera de aprender más, de expandir los conocimientos, pues eso hará la diferencia en la vida de alguien. Esa búsqueda de lo mejor para tu paciente es lo que te hace ser un buen fisioterapeuta”, reafirma Pedro Pablo.
Su historia y su vida dedicada al poder transformador de la Medicina que se ejerce desde la pasión por ayudar a los demás, es testimonio de ello.
Tomado de: Venceremos