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La vieja afirmación “los tiempos cambian” se ve tan real en cada
aspecto de la vida cotidiana que muchas veces la pasamos por alto, pues
ya constituyen algo normal en nuestro quehacer diario.
Aplicable en todas las esferas de la sociedad, dicha sentencia constituye en pleno siglo XXI una verdad absoluta, si el tema a debatir es la infancia, la adolescencia y las nuevas tecnologías.
Salir a la calle y prácticamente no ver a ningún niño o joven jugar
al fútbol o a la pelota, discutir en un partido de bolas en un parque o
corretear en las aceras como protagonistas del viejo juego del policía y
el ladrón, resulta una realidad cuanto menos alarmante.
Y es que “los tiempos cambian” y con la nueva era las tecnologías se
han apoderado hasta de las antiguas tradiciones infantiles, lo cual, por
desgracia, pasa muchas veces inadvertido para la mayoría de las
familias.
Para los niños y adolescentes, las Tecnologías de la Información y la
Comunicación (TIC) resultan “obvias” y es muy difícil
desnaturalizarlas, pensar cómo era el mundo antes de que las mismas
existieran.
Las pantallas de dispositivos inteligentes son parte de la vida
cotidiana de las nuevas generaciones, por eso ahora, más que en años
anteriores, los padres deben preocuparse por los efectos negativos de la
tecnología en los hijos, aun cuando estas pueden reportar beneficios
innegables, siempre y cuando su consumo sea el adecuado.
¿Pero sabe usted qué efectos negativos pueden ocasionar los
dispositivos móviles en los más pequeños de la casa ante su excesiva
utilización?
Un estudio realizado por investigadores canadienses a 4 mil 500 niños
entre 8 y 11 años, publicado en The Lancet Child and Adolescent Health,
asegura que el abuso de la tecnología; móviles, pantallas, juegos,
televisión, afecta al desarrollo cognitivo del menor, en comparación con
otros que apenas los utilizan.
La alteración de la rutina, el sueño, la creatividad, el declive del
juego, la falta de imaginación, las habilidades de lenguaje, la función
ejecutiva, la memoria episódica, la atención, la velocidad de
procesamiento, la memoria de trabajo, entre otras cosas, se han visto
alteradas cuando existe el llamado sedentarismo tecnológico.
Igualmente, el aumento de la intimidación y la pérdida de la
privacidad a la que son expuestos los menores, al hacer uso de las redes
sociales o de determinados sitios web en internet, convirtiéndolos en
un blanco fácil y susceptible ante cualquier amenaza, puede ser un
riesgo de este fenómeno.
Uno de los elementos más preocupantes del consumo tecnológico es, sin
lugar a dudas, la anulación paulatina de los vínculos sociales y
emocionales, los que se construían a partir de intereses comunes y
tiempo compartido, y que ahora pasan por la mediación de un aparato
tecnológico, según explica la Master en Psicología Zoylen Fernández
Fleites, profesora de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas.
Además, “ver televisión es una actividad que no requiere de una
respuesta por parte del niño y no estimula la imaginación y también
interviene negativamente con el gusto por la lectura y crea la
“necesidad” de consumir más y más,” explica la especialista.
“A ello se le añade que, la permanencia descontrolada ante las
pantallas y videojuegos trae consigo el sedentarismo, una de las
principales causas de obesidad infantil, fenómeno que continúa con un
aumento alarmante en la sociedad cubana contemporánea,” comenta la Dra.
Erenia Quintana, especialista en Medicina General Integral (MGI).
Las tecnologías digitales llegaron para quedarse, han cambiado
radicalmente nuestra sociedad y también el concepto de infancia;
nuestros niños han nacido en la era digital, pero eso no significa que
sepan hacer un buen uso de lo digital, sentencia el estudio “Las nuevas
tecnologías en niños y adolescentes,” publicado por el hospital San Juan
de Dios, de Barcelona, España.
Nada más real que la anterior afirmación, por eso, nada más seguro que la supervisión adulta para orientar, enseñar y guiar a los más jóvenes en el mundo de los bits y las APK, siempre con la meta de aprovechar los excelentes adelantos tecnológicos en función del crecimiento personal, de la calidad educativa y del desarrollo intelectual.
Fuente: Trabajadores