Volver a Historias del Corazón

Víctor, un niño extraordinario

Comparte si te a gustado:

Todos giran a su alrededor

Un verdadero alboroto se forma cuando Víctor Ángel llega al edificio de Electromedicina, en 8 Oeste y 15 Sur. “Corre” por los pasillos riendo a mandíbula batiente hasta llegar al Departamento de Ortopedia Técnica (Prótesis) en busca de quienes lo ayudaron a caminar.

Allí lo esperan José Antonio Frómeta Calderón, Yoania Ramírez Pozo, Zeleyka Amparo Gorton Rodríguez y Frank Miguel Paz Aguilar, todos licenciados en Ortoprótesis, quienes, al decir del primero, cuando recibieron el caso tuvieron un impacto emocional muy fuerte, pero sin tiempo que perder estudiaron en equipo y pusieron manos a la obra que hoy exhibe un resultado.

Explican que por la rareza de estos casos, el país no disponía del material adecuado para la prótesis. Hicieron adaptaciones de los dispositivos diseñados para adultos y los llevaron a escala del niño.

Disponían de resina, endurecedor, estoquinete, fibra de vidrio, todos materiales necesarios para la confección de la cavidad donde se introduce el muñón. En una semana quedó lista la prótesis para la pierna derecha.

También confeccionaron, antes de que Víctor caminara, la primera férula antiequina, dispositivo empleado en el pie varo equino para llevarlo a la posición de 90 grados, que es la normal.

El trabajo de los protesistas es continuo y progresivo, pues, según va creciendo el niño hay que introducir modificaciones.

Fue el 4 de octubre de 2021 cuando le pusieron la prótesis por primera vez. Todos lo miraban frente al espejo y a la orden de “párate y camina” el niño valientemente sujetándose de la barra se paró y echó andar para sorpresa y orgullo de todos los que habían contribuido.

Osneivy reconoce que no solo los médicos y técnicos han girado alrededor de la recuperación y buen desarrollo de Víctor, también hoy convertida en asistenciada social, agradece a la rehabilitadora Yaquelín Let Calderín, de la Sala del Consejo Popular Caribe, quien cumple Misión internacionalista por estos días.

No deja de mencionar al historiador José Sánchez Guerra y a Yadira, su esposa, por cuya gestión el niño tuvo el primer coche, enviado por el equipo de trabajo del inolvidable Eusebio Leal.

Tampoco deja de citar a los defectólogos y especialistas del Centro de Diagnóstico y Orientación, CDO, por el seguimiento y tratamiento brindados, así como la posibilidad de que en el próximo curso escolar matricule en la Escuela para discapacitados físico-motores Solidaridad con Viet Nam, en Santiago de Cuba.

“A veces siento la preocupación que tan pequeño tenga que separase de mí para ingresar en esa escuela -confiesa la madre-, pero luego yo misma me consuelo porque sé que allá se hará independiente y desarrollará habilidades para enfrentarse a la vida.

“Mamá” -interviene el sabichoso Víctor-, “allá voy aprender a hacer deporte”, una de las múltiples ocupaciones que teje en su mente infantil. Cuando crezca será también “cocinero o médico para curar a su mamá y hasta limpiador de casa para ayudarla”.

Nadie sabe lo que el destino depare a este pequeño que, sin vínculo a algún centro educacional o vía no formal, se sabe los colores, las figuras geométricas, sabe contar, canta y hasta narra cuentos con un fluido lenguaje, y que pese a su discapacidad, estremece con su andar y su permanente risa todo lo que encuentra a su paso, incluidos quienes lo ven caminar.

Resuena en el exterior de la vivienda una voz. Otros niños convidan a Víctor a jugar. Pide permiso y de la madre lo obtiene con un alerta sobreprotector: “Cuidado no te caigas”, y una respuesta contundente: “No te preocupes, mamá, me levanto y me sacudo. Yo puedo y siempre podré”, y salió riendo a revolver a todos afuera.

Tomado de: Venceremos

Ir al contenido